Fahrenheit 451 – Ray Bradbury

451Fahrenheit 451. La temperatura a la que el papel se enciende y arde. Como 1984 de George Orwell o Un mundo feliz de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 describe una civilización occidental esclavizada por los media, los tranquilizantes y el conformismo. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: las pantallas de TV ocupan paredes y exhiben folletines interactivos, unos auriculares transmiten a todas horas una insípida corriente de música y noticias, en las avenidas los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; y el cuerpo de bomberos auxiliados por el Sabueso Mecánico, rastrea y elimina a los disidentes que conservan y leen libros.

Fahrenheit 451 es una novela corta pero intensa. Nos ponemos en la piel de Guy Montag, un miembro del cuerpo de bomberos al que las dudas le llevan corroyendo mucho tiempo. Nos meteremos en su vida, en sus miedos, en sus ideales y en sus sentimientos. Y es que Bradbury eso lo hace de maravilla, tiene una prosa que engancha y no te suelta y tiene la habilidad de conseguir que empaticemos con los protagonistas de su historia.

Bradbury, como en toda distopía que se precie, nos muestra una sociedad a la que se la quitado la capacidad de pensar, de buscar soluciones o de disfrutar siquiera de los hijos. Cualquier libro que pueda alterar los sentimientos de cualquier persona merece ser quemado, incluso con su dueño y la sociedad únicamente se distrae con diversiones tan simples como correr con el coche o ver la tele creándose una falsa sensación de felicidad. Increíble la realidad en que se ha convertido esta advertencia: publicada la novela cuando empezó el auge de los televisores me doy cuenta de lo profético que fue Bradbury con esta novela.

Al autor le conocía de relatos cortos pero nunca había leído una novela. En los relatos cortos me llamó poderosamente la atención su capacidad de recrear situaciones, levantar sentimientos y dotar de una dulce melancolía y una feroz crítica cualquier historia que desarrollaba. En esta novela da un paso adelante: además de su innato talento con la pluma, nos recrea con un fantástico uso de metáforas, con una asombrosa facilidad para transmitirnos sus ideas y con un uso muy bueno del ritmo en la narración.

Otra cosa que me ha gustado mucho son los personajes que acompañan a Guy Montag en el libro. Son personas muy bien caracterizadas, con mentalidades y sentimientos totalmente extremos que actúan de acuerdo a estas naturalezas. También es destacable el final, amargo por una parte, ilusionante por la otra, con una feroz crítica a los gobiernos y con un dulce amor por la literatura y la sabiduría.

Mi nota: 8/10. Muy recomendable sin duda.

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