El especialista en vida alienígena Lennart Yarek, miembro eminente de la Academia Interplanetaria de Estudios Ahumanos, es juzgado culpable del genocidio de los habitantes del planeta Viento, los aarea, a quienes, según la acusación, catalogó como especie animal no inteligente con el fin de utilizar en su propio beneficio la disponibilidad de su mundo para la colonización humana. Ahora, Yarek se enfrenta a la más terrible de las condenas: veinte años de destierro en un planeta deshabitado, estéril, con la sola compañía de un ordenador, sus recuerdos y sus pesadillas.
Esta podría haber sido una gran novela si se hubieran conjugado algunas cosas más de las que nos ofrece el libro. El principio es particularmente bueno, un destierro a un planeta árido y deshabitado que provoca en la narración una cascada de sentimientos e interioridades francamente agradable, pero a partir de cierto punto la historia gira hacia un desarrollo más orientado a la exploración y a lo que va encontrando en el planeta nuestro protagonista, metiendo de por medio el tema de la política, y ninguno de estos temas termina de cuajar bien en la historia. La misma se vuelve acelerada (120 páginas nada más no dan para mucho desarrollo, eso es cierto) y un poco caótica. Caótica en el sentido que se le da prioridad a acciones poco interesantes, y a otras más profundas se las deja de lado.
Uno de los buenos puntos de este libro sin duda es la prosa de la autora. Un lenguaje cuidado y elegante, un tono un tanto poético y un buen recorrido temporal a la hora de ir desgranando la historia de nuestro personaje. Como digo, me ha dado un poco la impresión de un tanto acelerado, sin pararse a desarrollar situaciones o elementos que hubieran dado más peso a la historia. El final retoma un poco las buenas sensaciones del principio, a pesar de ser una trama plenamente política, pero el giro de tuerca que nos hacen al final es de agradecer creándonos cierta sensación de empatía y a la vez sorpresa por el destino de nuestro amigo.
Muy interesantes también las reflexiones continuas que se va haciendo el protagonista a lo largo del libro, y la continua sensación de culpa y emotividad que desprende el personaje. En definitiva un libro cortito y agradable, con una historia entretenida y un lenguaje muy cuidado, aunque a mí me hayan faltado más cosillas.
Mi nota: 6/10
Nostalgia por el infinito 